Tanto en el sector de la alimentación como en la industria farmacéutica hay determinados productos que requieren ser transportados y almacenados a temperaturas negativas. Por lo tanto, las etiquetas para productos congelados deben resistir temperaturas y condiciones extremas.
Deben tener un adhesivo formulado para resistir las bajas temperaturas sin perder adherencia. Esto evita que las etiquetas se despeguen o dañen en ambientes de congelación.
Las etiquetas deben estar fabricadas con un material resistente al agua para evitar que se deterioren o se deshagan cuando se encuentran en contacto con la humedad o la condensación en el entorno congelado.
Dado que los productos congelados pueden manipularse repetidamente y almacenarse en condiciones exigentes, las etiquetas deben ser resistentes al desgaste y la abrasión para mantener la legibilidad.
La impresión en las etiquetas debe ser duradera y resistente al desvanecimiento, ya que las etiquetas congeladas pueden permanecer en almacenamiento durante períodos prolongados.
Deben resistir el desprendimiento debido a la condensación que puede formarse cuando los productos congelados se transfieren a ambientes más cálidos.